El Silencio de los Inocentes o Cómo hacer una adaptación icónica

El Silencio de los Inocentes
 Cómo hacer una adaptación icónica


Para ser un buen cineasta no se necesita mas que esfuerzo y mucha técnica, pero para ser memorable necesitas hacer que el lenguaje cinematográfico trabaje para ti, como lo hizo Jonathan Demme en 1991 con El Silencio de los Inocentes, una película que recordamos con algo de miedo acompañado de un profundo sentimiento de satisfacción atípica, Hannibal “The Cannibal” Lecter es un villano terrorífico y lleno de matices que en ningún momento dejan de ser amenazantes, como si constantemente fuera a saltar encima de la pobre Clarice Starling y solamente se detuviera para atemorizarla y hacerla sentir alerta.


Clarice es definitivamente la pieza clave en la composición cinematográfica de Demme, aunque en el libro leemos su monologo interno y entendemos su desprecio a las figuras masculinas que la rodean, en la película recibimos una escena que en mi opinión es tan poderosa gracias a su composición:



Starling en el ojo del huracán, sola, pequeña, en una habitación reducida rodeada exclusivamente por hombres y confrontando la incomodidad, posteriormente dos oficiales hablan entre susurros y asumimos que es respecto a ella y se sabe juzgada. Esta escena es básica para comprender la lucha femenina en una estructura compuesta por hombres, Demme usa los planos altos y actores masculinos viendo directamente a la cámara para hacernos comprender como debemos sentirnos, para empatizar con la situación de dominación entre Clarice y su mundo.

Hablando de dominación, la escena clave y mas recordada de el silencio de los inocentes es el primer cara a cara entre nuestra estudiante y el asesino antes descrito como “monstruo” El doctor, una escena en la que se desempeña un dialogo en busca de la dominación…batalla que Lecter gana casi de inmediato cuando al mostrarle su placa Starling es ordenada a acercarse, el demanda, ella obedece.




Al final, El Silencio de los Inocentes es una MasterClass del uso del lenguaje cinematográfico, llena de ejemplos de como los cineastas no necesitan decir nada siempre y cuando puedan mostrarlo.

Escrito por Itzel Illescas

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